Aunque apenas han pasado un par de meses desde su inicio, las universidades
españolas ya han cosechado la primera calabaza del curso. La semana pasada se
publicó el número de créditos matriculados y el importe recaudado en las
matrículas de diferentes universidades. Tampoco es cuestión ahora de entrar a detallar
todos los datos, pero si merece la pena detenerse un momento a analizar dos
casos concretos.
En la Universidad Complutense los créditos matriculados se han reducido
prácticamente a la mitad. A primera vista puede parecer una cifra exagerada,
pero en el fondo es coherente con un concepto que se estudia en la primera
lección de Economía: la elasticidad de
la demanda. Y es que con el aumento draconiano del precio del crédito, es
lógico que la cantidad demandada se haya reducido sustancialmente, como
corresponde a un servicio con demanda elástica.
En Valencia, otra de las comunidades que más ha incrementado las tasas
universitarias (junto con Catalunya, Canarias, Castilla-La
Mancha), la Generalitat finalmente
recaudará 33 millones de euros menos de lo previsto. Algo también razonable
desde un punto de vista económico por ejemplo a través de la Curva de Laffer, que muestra como a
partir de un determinado nivel la recaudación fiscal desciende cuando se
incrementa el tipo impositivo.
En cualquier caso, el verdadero problema que se esconde tras estas
desalentadoras cifras es la pérdida de
conocimiento para el país y el drama
familiar de ver cómo nos precipitamos hacia una sociedad decadente donde
los hijos están menos formados que sus padres.
Por otra parte, aunque no sirva en absoluto de consuelo, cabe señalar que
desde el anuncio de la brutal subida de las tasas, buena parte de los
economistas tanto de dentro como fuera del ámbito universitario ya señalamos
que se trataba de una auténtica barbaridad. Y lamentablemente (y sin que
sirva de precedente) acertamos de pleno.
Seguro que en estos momentos hay mentes pensantes maquinando a que otros tributos se les puede dar una
nueva vuelta de tuerca. Quizás se fijen en impuestos como el Impuesto de Bienes Inmuebles (muchos ayuntamientos ya lo han
hecho), argumentando que como lo tienen que pagar todos los propietarios, la
recaudación no caerá por mucho que se suba el tipo impositivo. Cierto, al menos
mientras el sujeto pasivo logre mantener la vivienda, lo cual constituye cada
día un reto mayor.
Sin embargo, si ampliamos el foco a nivel
global, observamos que el mundo de la educación superior sigue
evolucionando, de la mano de las nuevas tecnologías y de una nueva concepción
de la formación más abierta. En este sentido destacan iniciativas como edx, udacity
o coursera.
En particular ésta última está teniendo un crecimiento meteórico: sus 200 cursos gratuitos sobre las materias
más diversas (la mayoría en inglés, eso sí) ya ha sido cursado por 2 millones de estudiantes de todo
el mundo.
Carles Canitrot
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